Fuente: La Voz -En Qatar, a miles de kilómetros de donde rodó por primera vez, la Superball fantasea con su regreso mundialista. Esta vez no rodará, pero sueña con lucirse en un museo de un estadio de la Copa del Mundo.
Más allá de las fronteras de Bell Ville, nadie podría imaginar que en alguna habitación de la casa de un señor que se gana la vida arreglando televisores y electrodomésticos se guarde el invento que revolucionó el deporte más popular del mundo.
Nadie podría imaginarlo, pero es así.
En esta ciudad del sudeste cordobés, Mario Alladio (56 años), nieto del inventor Romano Luis Polo, conserva la pelota en la que, en 1931, su abuelo materno (entonces un futbolista de 30 años que defendía los colores del Argentino local y que trabajaba en la Compañía Italo Argentina de Electricidad) se las ingenió para reemplazar el duro tiento que machucaba cabezas por una válvula o “boca invisible”, como se la conoció popularmente.
“Esta pelota —explica Alladio— es inglesa, de cuero de potro y en ella, mi abuelo, se puso a probar hasta que logró el invento”.
Desde hace mucho tiempo, Alladio busca que el santo grial que heredó de su “nonno” sea reconocido. “En el año ‘94, en el Mundial de los Estados Unidos, tuve una idea y mandé una nota a la embajada norteamericana comentandole de la válvula y de la invención. Me contestaron que les hubiera encantado hacer algo pero que era muy cercano al comienzo del torneo”, relata.
Para el Mundial de Qatar, reflotó la iniciativa y sumó al municipio. “Hace un mes, me surgió nuevamente la idea y me pareció correcto involucrar a nuestros gobernantes y fui a hablar con ellos”, señala.
“Vino a la Municipalidad con esa anécdota y la propuesta”, cuenta el secretario de Gobierno, Agustín López.
Desde que en 2017, Bell Ville fue declarada Capital Nacional de la Pelota de Fútbol, la gestión del intendente Carlos Briner hizo de la redonda una política de estado. “Institucionalmente, la pelota nos abre un montón de puertas”, afirman desde los despachos más cercanos a Briner. El propio López se comunicó con la Embajada de Qatar en Argentina para contarles la iniciativa: “Les conté brevemente de qué se trataba la comunicación, me propusieron que les mande un mail y nos invitaron a visitarlos”.
Entre lo conocido y lo desconocido hay una puerta de por medio. La embajada de Qatar en Argentina ocupa todo el piso 19 del Edificio World Trade Center I en el exclusivo barrio porteño de Puerto Madero. A lo largo de sus habitaciones, con vistas al Río de la Plata, se distribuyen réplicas en miniatura de los ocho estadios mundialistas y retratos de los Al Tahni, la familia real que gobierna el Emirato desde su independencia en 1971.
Todo era observado atentamente por Alladio y las autoridades de Bell Ville. “Nosotros fuimos a contar la historia de la pelota”, dice Agustín López. “Ellos nos dijeron que en uno de los estadios iban a tener un museo y que les gustaría que esta parte de la historia se luzca ahí”, agrega.
Durante noviembre de 2021, los bellvillenses —Alladio incluido— fueron recibidos dos veces por los cataríes. Primero por el cónsul Mohammed Al Naemi y luego por el embajador Battam Al Dosari. “Nos recibieron perfectamente bien, el embajador quedó muy encantado. Inclusive, nos invitó a que la próxima vez fuéramos a almorzar con ellos. Que no teníamos que pedir audiencia”, agrega Alladio.
El invento que busca su lugar en el Mundial fue probado oficialmente el 25 de mayo de 1931 en un partido entre Argentino y Bell de Bell Ville. “La pelota no sólo respondió, sino que ha quedado públicamente comprobado que es insuperable”, cuenta la crónica del diario local La Mañana del día siguiente.
Las décadas del ‘30 y ‘40 fueron los años de oro de la Superball. Fue patentada y difundida en Argentina, Brasil, Estados Unidos y Europa. El invento cordobés acompañó a la delegación argentina que participó del Mundial de Italia 1934 y, en Francia ‘38, si bien no fue pelota oficial, se usó en algunos partidos. El resultado: más goles de cabeza.
En Brasil ‘50, el primer Mundial tras la guerra mundial, la Superball “Duplo T”, producida por la subsidiaria brasileña fue el balón oficial del certamen. “La Súper Duplo T, que son las cuatro T mayúsculas enfrentadas de ‘redondez perfecta’, fue otro invento de mi abuelo”, dice Kicalo Polo, primo de Alladio y también nieto del inventor.
El patentamiento expiró cuando se cumplieron 30 años. “Quedó el usufructo libre, deja de ser exclusividad de la Superball y pasa a ser de uso público”, explica Polo. Años más tarde, para el Mundial de 1978, algunos bellvillenses pensaron que era el momento de relanzarla. La iniciativa no llegó a buen puerto, el Almirante Lacoste, hombre fuerte el EAM ‘78, los lapidó con una frase: “¿Saben cuánta plata pone Adidas para fabricar las pelotas del Mundial?”.
Además de la pelota, la “diplomacia” bellvillense cuenta con otra carta fuerte: Mario Alberto Kempes, el héroe del Mundial ‘78. Antes de Argentina, Battam Al Dosari fue embajador en España e hizo buenas migas con el ex jugador de la selección y Valencia. “Es fanático de él. Al frente nuestro le mandó un mensaje diciéndole que quiere que le firme una de las pelotas que le llevamos”, cuenta Mario Alladio.
Consultado sobre las últimas novedades de la gestión mundialista, Agustín López comentó que estaban a la espera de la visita de Kempes: “Él puede ratificar la historia que le contamos”. “Pasamos primera ronda, estamos en octavos”, indicó en clave futbolera otro funcionario presente en las reuniones con los cataríes.
“Ojalá la pelota esté en el Mundial —se ilusiona Alladio—. Yo creo que a ellos les gustó mucho la idea de tener la pelota con la que se hizo el invento de la válvula. Todo quedó en stand by, pero fuimos recibidos de primera y todo quedó muy bien”.
En Qatar, a miles de kilómetros de donde rodó por primera vez, la Superball fantasea con su regreso mundialista. Esta vez no rodará, sueña con lucirse en un museo. Hay puertas que se abren a pelotazos, otras tirando paredes.