Qué es la gimnasia hipopresiva y por qué la consideran «la evolución del fitness»

Fuente: Clarín – @gimnasiapaoladenis @lpf_argentina Mejorar la función respiratoria, la postura y el equilibrio; tonificar la musculatura abdominal y del suelo pélvico; aumentar el rendimiento deportivo; incrementar el placer sexual; mejorar la función respiratoria. Autoproclamado como “la evolución del fitness”, muchos son los beneficios que promete el entrenamiento de gimnasia hipopresiva. ¿En qué consiste este método?

Una de las claves tiene que ver con la postura. “Nuestro centro de estabilización, el core, está formado por el diafragma (arriba), el suelo pélvico (debajo) el abdominal (de frente) y la lumbar (por detrás). Este conjunto muscular trabaja de forma sinérgica para estabilizar la columna y ayudar en el mecanismo respiratorio”, aclara Mariel Bobek, directora de Low Pressure Fitness (LPF) Argentina.

Y advierte: “Un desequilibrio muscular o exceso de tono en cualquier zona del core tiene repercusiones directas en toda la estructura”.

La importancia de preservar el suelo pélvico

Y es que, según indica, muchos son los años que se invirtieron estudiando cómo se puede mejorar la forma en la que el cuerpo se entrena, ya que considera que el entrenamiento abdominal tradicional es un “factor de riesgo para el suelo pélvico”, cuyas “principales funciones son la postural y respiratoria”.

“LPF toma la base las técnicas respiratorias hipopresivas ancestrales del yoga y las combina con otras técnicas de reeducación postural, el stretching miofascial y la neurodinamia, para dar lugar a un programa de entrenamiento de baja intensidad tanto a nivel psicológico como fisiológico, enseñado con metodología de neuroeducación”, detalla.

Por eso, señala que el objetivo de esta rama del entrenamiento es que el cuerpo sea capaz de “gestionar correctamente el aumento de la presión interna producida en las cavidades torácica, abdominal y pélvica, mejorando el sistema de estabilización central y normalizando las tensiones miofasciales sin excesos de presión”.

Los efectos de la presión interna

Pero ¿qué hay de malo con la forma tradicional de entrenar? Según postula Paola Denis de la Cruz, profesora Nacional de Educación Física e instructora certificada de GAH (Gimnasia Abdominal Hipopresiva) el problema es la presión que se ejerce a nivel interno al entrenar un músculo.

“El abdominal común y corriente, llamado dinámico, mediante el que se lleva el torso hacia las piernas, genera presión interna, y esa presión tiende a salir hacia afuera, por donde haya un orificio, que en las mujeres es el vaginal o anal, entonces el piso pélvico -que es el que sostiene la vejiga, el útero y los órganos- se extiende y puede generar lo que se conoce como prolapso”, explica.

Y aclara que el beneficio principal de los abdominales hipopresivos es que “tonifican la faja abdominal sin generar presión interna”.

Esto se logra trabajando sobre la respiración con una técnica llamada aspiración diafragmática, “que hace que la presión disminuya y, como efecto secundario, el piso pélvico suba de manera involuntaria”, añade.

Así lo explica Denis de la Cruz: “Mediante la respiración se hace como un efecto sopapa, el diafragma sube y entonces sube el piso pélvico de manera involuntaria, a diferencia de los ejercicios de Kegel, que trabajan sobre las fibras voluntarias, pero en el suelo pélvico el 80 por ciento son involuntarias”, precisa.

Y agrega: “El abdominal hipopresivo hace que por efecto reflejo de este sistema de sopapa del diafragma que sube, suba el piso pélvico de manera involuntaria, y la fibra involuntaria trabaje tonificándose, llevando hacia arriba el piso pélvico y con ella los órganos, que se fortalecen”.

“El estrés y el sedentarismo, la hipertonía, el deporte y la mala postura, provocan consecuencias similares: el diafragma se vuelve más rígido, el tórax pierde movilidad perjudicando la respiración y empuja a los órganos situados en la cavidad abdominal hacia abajo y hacia adelante. La faja abdominal deja de hacer de faja, se abulta y pierde su capacidad de sostén aunque esté hipertónico», agrega.

Precisamente esa presión es la que recae en el suelo pélvico, «el cual disminuye su tensión descendiendo, dejando de contener y de amortiguar el peso de los órganos internos”, añade Bobek.

Los beneficios de practicarla

Lo que en definitiva lograría el LPF es que el cuerpo responda de manera correcta a las actividades cotidianas, así sea entrenar o mantener la postura: “LPF devuelve el tono y la coordinación diafragma-abdomen-suelo pélvico, optimizando su desempeño tanto durante las actividades cotidianas como en las deportivas y artísticas”, agrega.

Entre los efectos positivos de adoptar este entrenamiento, que se complementa con la actividad física elegida (sea yoga, zumba o running) figuran: el aumento el volumen respiratorio, una mejora la postura y coordinación, la disminución del perímetro de la cintura, así como de los dolores de cuello y espalda y una mejora la recuperación posparto.

“Una vez comprendida la biomecánica del core, el abordaje de la actividad física respecto del cambio en las presiones internas resulta vital, pues la respiración es la fuente de nuestra vida y el estiramiento del diafragma no había sido considerado dentro del mundo fit, sino hasta la llegada de LPF”, considera Bobek.

Las profesionales aclaran que es una actividad recomendada para todos los adultos que no padezcan hernias. También aclaran que deben abstenerse los hipertensos (porque la apnea que se practica aumenta la presión sanguínea), y que debe realizarse bajo la supervisión de un instructor certificado.

Siempre debe contarse con un apto físico de un médico que esté al tanto de la actividad a realizar.

Tomando esto en cuenta, recomiendan realizar sesiones de entre 30 y 40 minutos, dos veces por semana, para poder apreciar las mejoras, a los dos meses de comenzado el entrenamiento.

Si bien es ideal complementarlo con la actividad física que se practique, sus beneficios pueden repercutir positivamente en la postura de quienes no realizan otra actividad física, sugiere Paola Denis de la Cruz. «Más teniendo en cuenta el home office y la cantidad de horas frente a la computadora, con dolores de cabeza, de codos, y de espalda que producen», cierra.

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