Fuente: Crónica – El gym representa la contracara a la crisis económica. Sus clientes no abandonan el entrenamiento sino que la concurrencia sigue estable e incluso aumentó.
La salud no tiene precio, dicen, y en los gimnasios parece aplicarse esa «norma». Sus clientes no abandonan el entrenamiento sino que la concurrencia sigue estable e incluso aumentó. El argumento de semejante tendencia, que ni siquiera revierten las dificultades económicas, radica en los efectos saludables en el físico y en la psiquis que genera realizar diferentes prácticas en el gym.
Lejos de las presunciones a que pueda dar lugar la inestabilidad económica, los gimnasios representan una contracara. Después de una leve merma de presencia de socios en sus establecimientos durante enero y febrero, que suele ser habitual, marzo registró una suba de asistencia, que incluso sorprendió a sus dueños.
En ese sentido, Omar Massa, personal trainer que trabaja en cadenas de gimnasios principalmente, señaló que «este mes hubo más gente que en marzo del año pasado. Veo mucha gente y además siguen abriéndose más espacios de este rubro».
Desde la Cámara de Gimnasios, por su parte, informaron que «no hubo una baja, todo lo contrario. Se ha logrado transmitir nuestro mensaje de que la actividad física mejora la salud integral, eso ya está instalado. En las empresas se promovió esta idea de bienestar, y se ofrece mucho el beneficio corporativo de gimnasios para los empleados».
Una perspectiva saludable que atrajo, según la cámara, «un nuevo público que es el de grupos de adolescentes que han colmado las instalaciones, porque son conscientes de todo el beneficio que se obtiene a través de la actividad física realizada en un entorno seguro, profesional y ordenado como los gimnasios».
El afán por alcanzar una mejor calidad de vida motoriza a los concurrentes de los gimnasios a priorizar el gasto al mismo nivel de los considerados esenciales. Al respecto, Massa reveló que «en el ultimo tiempo, los médicos aconsejaron mucha actividad física, sobre todo los psicólogos, como una terapia alternativa».
Mariano Oviedo, entrenador de boxeo, que desarrolla su actividad en gimnasios de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, brindó una situación elocuente respecto de la creciente concurrencia en esos establecimientos. «Muchos de los chicos hacen boxeo como una práctica deportiva, y me dicen: ‘Profe, prefiero pagar acá, y resignar la obra social’. Eso pasa porque al que le gusta entrenar no va a dejar de hacerlo, y prefiere no pagar algo que no usa a diario». En argumento a tan particular determinación, señaló que «una obra social buena puede rondar los 100.000 pesos, y un plan familiar 200.000, y una cuota de un gimnasio serio, con un seguimiento personalizado, yendo todos los días: 15.000 a 20.000 pesos».
Hablando de valores, un factor de consideración resulta los planes de financiamiento en cuotas para quienes deseen abonarse a un gimnasio. En este sentido, desde la Cámara de Gimnasios remarcaron que «este tipo de financiación permite que puedan continuar y promueve la formalidad del sector, ya que muchos gimnasios salen de una zona informal, gris, para poder ofrecer este tipo de planes».
Un cambio de mirada, de concepción del entrenamiento en el gym, que ya no se reduce a una cuestión estética, sino que principalmente se enfoca en el afán saludable y deportivo, y que constituye el impulso de los gimnasios, más allá del valor económico.