Fuente: Infobae – La falta de divisas, los excesivos controles y el lugar que se le ha dado entre las prioridades de importación al deporte, provocan escasez de productos que ya no sólo ponen en riesgo la práctica del tenis, sino también otras disciplinas.
El crecimiento del tenis y del pádel en la Argentina y la utilización de recursos similares a la hora de desarrollar esta práctica deportiva han hecho que casi se duplique la necesidad de conseguir determinados productos, como zapatillas, indumentaria y un elemento esencial: la pelotita.
La fluctuación del tipo de cambio, la falta de dólares, sumados a las restricciones de importación e impuestos locales hace que cada vez sea más difícil, engorroso y caro cada producto que pueda ingresar al país. A esto se agregó el nacimiento del nuevo Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), un mecanismo con el que la AFIP, la Secretaría de Comercio y el Banco Central “apuntan a cuidar las reservas internacionales, brindar previsibilidad en las importaciones y garantizar los insumos de producción”, según reza en el sitio oficial del Gobierno.
La problemática excedió tanto al sector del tenis, que se extendió al mundo del deporte en general, al pasarse casi todos los productos a condición de Licencia no automática (LNA), es decir que, ahora, todos estos artículos tienen un filtro adicional.
De la mercadería vinculada al tenis, lo único que quedó excluido de esta restricción fueron los encordados, que aún son de licencia automática, mientras que del pádel, nada. De esta manera, bolsos, raquetas, raqueteros, indumentaria, calzados, accesorios y las paletas, que hasta hace muy poco eran de licencia automática, necesitan cumplir ciertos requisitos y pasar el filtro adicional de una autorización extra.
Por eso, para algunos responsables de empresas extranjeras con representación en el país, “cuando el Gobierno detecta a un sector que tuvo algún crecimiento y que se va llevando dólares del país le pone trabas”.
Por esta razón, las empresas vinculadas al tenis le pidieron ayuda a la Asociación Argentina de Tenis (AAT), buscando que interceda para conseguir que levanten algunas de las restricciones, inclusive llegaron a solicitarlo en la Secretaría de Deportes y Turismo de la Nación, sin conseguir buenos resultados, sólo soluciones coyunturales. Desde la Asociación Argentina de Pádel (APA) también han intentado superar este obstáculo, ya que es una de las grandes preocupaciones de la industria y del crecimiento de este deporte, sin embargo, hasta el momento, todas las acciones han resultado tan infructuosas como las conversaciones que ha tenido la industria deportiva argentina con la Comisión Nacional de Comercio Exterior.
Si hasta el mundo del hockey tuvo charlas con el ministro de Seguridad de la Nación Aníbal Fernández, en su carácter de dirigente de este deporte, para que interceda en los permisos para ingresar palos de hockey al país. “No se fabrican en la Argentina y ya casi no quedan. Hay empresas, como en otros deportes, que esponsorean jugadores y están obligados a maquillar la cosmética de otros fabricantes para seguir manteniendo ese vínculo, pero no le resulta grato a nadie y los contratos se caen”, dicen preocupados desde el sector, y agregan: “Si no ingresan palos, dentro de poco habrá muchos y muchas que no podrán jugar o tendrán que ir a comprarlos al exterior con sus propios dólares”.
Lo mismo sucede con las bochas de hockey, que sí se fabrican en el país y son reconocidas por su buena calidad a nivel mundial, pero resulta difícil lograr cubrir las expectativas de producción para consumo local y de exportación si no se cuenta con la materia prima.
Sin embargo, una empresa estatal no tuvo inconvenientes en hacer ingresar, a través de una tercera empresa, un millón de pelotas de fútbol para promocionarse durante el Mundial. Los pocos fabricantes de pelotas que hay en el país vieron con poco agrado el permiso para esta importación, ya que de esa manera “inundaron el mercado y tanto nosotros como los pequeños importadores dejamos de vender”, expresaba uno de los afectados.
¿Pero qué es la Licencia no automática? Hay que empezar diciendo que los productos que tienen licencia automática posibilitan que cualquiera de las personas autorizadas a importar mercadería puedan ingresarlos al país, pero cuando a esos productos se les modifica la posición arancelaria y se negativiza la opción señalándola como LNA, para poder importarlos se debe elevar una solicitud de autorización ante la Secretaría de Comercio de la Nación. El pedido se frena, porque queda “Observado” y no hay a quién recurrir como para acelerar o destrabar el trámite, por lo que puede demorar varias semanas hasta que haya alguna devolución. Por esta razón, algunas empresas terminan interponiendo medidas cautelares, como un “recurso de amparo”, ante la Justicia.
Una cuestión adicional que también conspira apareció en junio de este año con el sistema SIRA, el Gobierno decidió prorrogar todos los pagos de Comercio Exterior a 180 días de que el producto sea nacionalizado. Es decir que el Banco Central recién habilita el acceso al mercado cambiario a dólar oficial 6 meses después de que se despachó a plaza ese producto. Con esto, no sólo se necesita de un permiso para importar, sino también de la voluntad de financiación del proveedor en el extranjero o bien de un préstamo para adelantar el pago. “Tenés que encontrar un proveedor que comprenda esta situación y que esté dispuesto a financiarte”, dicen desde el sector del deporte, aunque esta forma de operar complica las compras en algunos países como Pakistán o la India, cuyas empresas se manejan con pagos contra mercadería.
Una de las razones de la aparición de este nuevo sistema fue porque, como reconocen algunos empresarios, hubo abusos por parte de algunos importadores, quienes trataron de hacerse de un stock, aprovechando el atraso cambiario. De esta manera, se especulaba y se traía más de lo que se necesitaba.
El Gobierno empezó a ver que el aumento de ciertas posiciones arancelarias que tenían licencia automática excedía ampliamente el crecimiento de la economía y empezó a poner trabas por ese lado.
La pelota de tenis es el insumo principal y necesario para que pueda desarrollarse esta actividad deportiva, como también el pádel, y “es un crimen absoluto lo que está pasando -dicen los representantes de firmas extranjeras en el país-, se pretende la defensa de la industria argentina justificada en una única empresa que tiene 20 empleados y que no cubre el 40% de la demanda del país”, es el principal reclamo.
Algo similar ocurre con las raquetas y las palas de pádel. “No se fabrican raquetas en el país, por eso, no hay razón para que las hayan listado dentro de las importaciones no automáticas. Es lo que sucedió recientemente con las palas de pádel, que estaban lejos de ser incluidas en este rubro, pero ya perdieron esa excepción”, comentan.
Desde esta imposición y como ya se comentara un año atrás en la nota de Infobae “la falta de pelotitas tiene en jaque al tenis argentino”, no se puede vender más barato que lo producido en la Argentina, además, el antidumping le sube el precio en un 20%. Estos son los argumentos a los que se montan las empresas que importan estos artículos para aumentar su valor, pero también lo hacen los de fabricación nacional, aunque lo fabricado en el país seguiría costando básicamente lo mismo, pero aprovechan el aumento de los costos a nivel internacional. Por eso, al analizar la formación del precio final de venta de los productos importados, más allá de los gastos que tiene toda empresa, hay que tener en cuenta 8 factores que inciden de manera directa (valores aproximados):
1. Valor del producto en origen (FOB)
2. Costo del transporte hasta el puerto
3. Costo del transporte internacional y seguro (u$s9.000 por container)
4. Forwarder (retira mercadería del barco) ($200 mil por maniobra)
5. Costo depósito fiscal ($40.000 por día)
6. Impuestos locales (Derechos de importación, antidumping -si lo tiene-)
7. Despachante
8. Costo transporte al depósito de la empresa
Esta sumatoria, más algunos agregados que suelen aparecer en el final de la operación, hacen que en la Argentina se venda la pelotita de tenis más cara del mundo.
Luego de la pandemia, el crecimiento del tenis ha sido considerable, no sólo en la Argentina, sino también en el mundo. En Estados Unidos se calcula que el incremento fue de un 40%. A esta problemática de abastecimiento de un deporte, se le suma otro, el avance del pádel a escala planetaria. En ambos casos, además del calzado y la indumentaria, comparten el consumo de la misma pelotita y sus componentes: paño y caucho.
A nivel internacional, la problemática post pandemia sigue siendo generada por las demoras en la obtención de productos, trasportación y fabricación, y se incrementan cuando China cierra algunos de sus puertos a causa del COVID. Esto es un gran problema en el sistema de transporte, con todas las cargas que son provenientes de ese país.
Pero el gen inicial de la demora para cubrir la demanda es el paño que, en mayor medida, llega de las fábricas inglesas que resulta un mejor producto que los españoles. Los plazos de entrega de este producto se han extendido tanto, que la demanda recién puede ser cubierta entre los 12 y 18 meses de realizado el pedido.
Con las pelotitas de baja presión, que son las que se utilizan para los chicos, los precios se triplican. Las causas son tres. Por un lado, el volumen que significa cada tubo de pelotitas, o sea, el espacio que ocupa dentro de un contenedo;, el otro es la poca cantidad de reposición o de salida de ese producto, y el tercero, la ganancia que se puede obtener sobre ese producto. Esta ecuación entrega un resultado que hace que este artículo sea realmente muy caro.
Por eso, las empresas nacionales que representan a firmas extranjeras empiezan a traer solamente lo esencial para no tener inconvenientes.
Las zapatillas, por ejemplo, ocupan mucho más espacio en los containers que los tubos de pelotitas, pero generan mayor rentabilidad. Por eso es que a la hora de elegir qué importar se busca traer aquello que tenga salida rápida y que genere una buena ganancia. Las pelotitas de tenis salen rápido, se evaporan de los negocios, pero la rentabilidad es poca, por eso es lo menos pedido a la hora de completar el cupo de importación de una empresa. Lo mismo ocurre con los accesorios. Vinchas, muñequeras y cubre grip han sido dejados de lado.
El básquet, otro ejemplo, que es un mercado chico en la Argentina, ya ha perdido a fabricantes de pelotas, entre otros artículos, que nacieron para cubrir parte de esa industria, por lo que hoy resulta difícil conseguir algunos productos, en especial zapatillas de talles superiores al N°44. “Antes se conseguía -gritan desde este rubro-. Pero todo amenaza con ser un problema, porque se está restringiendo todo.” A la hora de traer las curvas de zapatillas, las marcas omiten pedir aquello que no tenga demasiada salida y relegan, en este caso, los talles grandes.
Las empresas nacionales pueden ser grandes, medianas o de baja producción, pero gozan de la protección del Gobierno “para que puedan desarrollar su negocio, generar empleo, obtener ganancias genuinas dentro del país. Y hasta pueden llegar a lograr algún tipo de exportación”, sostienen desde sectores que defienden este tipo de cerrojo a los productos importados.
La dificultad principal con ellas está dada no sólo en la calidad de algunas producciones locales, sino porque tampoco alcanzan a cubrir, en la mayoría de los casos, las necesidades que demanda el deporte en la Argentina, sobre todo, en el alto rendimiento.
Por eso, para cumplir con las necesidades de pronta resolución y sortear algunas de estas dificultades, empresas y deportistas han desarrollado diferentes maneras de conseguir el objetivo. Una de ellas es la de introducir pequeñas cantidades de productos que se adquieren en el exterior como equipaje propio o de personas conocidas que llegan al país. Así se consiguió proveer de pelotas, por ejemplo, a torneos nacionales, internacionales y algunas exhibiciones que se desarrollaron en Argentina.
El inconveniente que acarrea este tipo de acciones laterales es el aumento del costo del producto que, más allá de la poca cantidad, toma el valor del dólar billete y no del dólar oficial con el que se realizan las operaciones de importación. Esto quiere decir que el valor FOB será del precio con el que se hayan conseguido esos billetes en el mercado, ya sea bancario o marginal, pero siempre será superior a los 300 pesos, cerca del 100% de diferencia con el oficial. Este tipo de operaciones, el aumento de la demanda y la menor oferta de productos hace que el valor final de los mismos se incremente, más allá de la inflación y el tipo de cambio. “No hay mercadería, si alguien la quiere, la tiene que pagar. ¿Si nos aprovechamos? Puede ser, no hay productos en la Argentina, entonces no hay valor y le ponemos el valor de venta que nos parece más apropiado”, comentan.
Por otra parte, la escasez de mercadería se nota en los stands de los diferentes espectáculos deportivos en los que solía haber showrooms y probadores y este año lucieron vacíos sólo con presencia de marca. “No tenemos qué mostrar”, decían los expositores, “porque o no hay o lo que podemos exponer no lo tenemos para la venta”.
El 30 de noviembre de 2022 quienes tenían pensado realizar importaciones debieron completar varios formularios ante las autoridades argentinas con una proyección para 2023. En esos formularios se les pide a las firmas, además, que declaren cuántas mujeres toman decisiones en la empresa, si tienen pensado contratar personas transexuales y otras consultas de similares características que deben ser tildadas como respuesta.
Una de las alternativas que sugieren los empresarios del sector es que debería hacerse una salvedad acerca de la calidad de los productos que se desean importar respecto de los que se fabrican en la Argentina, para que se les aplique la “licencia automática”. A modo de ejemplo, nuevamente, las pelotitas de tenis fabricadas en el país no tienen el estándar de calidad que requieren los torneos o entrenamientos profesionales, lo mismo que ocurre con algunas de las prendas o indumentarias deportivas y con el calzado.
Como estos elementos para el deporte profesional pasan por la Secretaría de Deporte y Turismo de la Nación, esa Secretaría es la que debería tratar de destrabar estas cuestiones, porque si no ingresan estos artículos no se podrán practicar varios deportes ni profesional ni de manera amateur.
Según algunos responsables de diferentes firmas, los resultados de este nuevo sistema se verán dentro de un tiempo, pero todos sostienen que es un sistema que frena las operaciones.