Fuente: El Cronista – Manguz fabrica botines de fútbol de cuero argentino en su planta en Villa Soldati. Cómo pasó de vender en ferias populares a distribuir en todo el país.
Durante más de 20 años Hilarión Aguilar se dedicó al rubro del calzado de cuero. Él mismo cortaba cada pieza a mano y luego armaba y pegaba los zapatos y zapatillas para venderlos en las ferias populares. Sin embargo, como les sucedió a muchos comerciantes, el inicio de la pandemia desbarató su negocio por completo. En ese momento Lucas, su hijo, encontró un nicho que le otorgó una nueva vida al proyecto familiar: los botines de fútbol.
«Me puse a buscar en MercadoLibre si había botines de cuero y no encontré nada. Empezamos a fabricar un modelo muy parecido al de una marca conocida con cuero vacuno y suela de caucho, que son los de mejor calidad, y tuvimos muchas ventas», recuerda Lucas Aguilar. Aquella incursión, asegura, les mostró que había una oportunidad en el segmento y decidieron patear fuerte al medio.
A mediados de 2021 la familia Aguilar fundó Manguz, la marca de botines de fútbol que elaboran en su fábrica en Villa Soldati. Para poner en marcha el proyecto invirtieron $ 1,3 millones, aunque buena parte de las herramientas ya las tenían por el negocio previo de Hilarión. «Empezamos a crecer y pasamos a industrializar el proceso. De cortar a mano a comprar máquinas para cortar y aumentar la producción», indica.
El primer producto que salió de la línea de producción fue un par de botines de fútbol 5, luego llegaron los clásicos de 11 y por último la versión futsal. Hoy producen alrededor de 600 pares por mes de botines de cuero argentino y proyectan alcanzar los 1000 pares mensuales el próximo mes.
«Los de fútbol 11 fueron toda una sorpresa porque cuando empezamos a fabricarlos la diferencia fue significativa. Duplicamos las ventas y ahora son los más vendidos», cuenta Aguilar. La fábrica tiene capacidad para producir 100 pares diarios.
La oportunidad de Manguz llegó por un hueco en el stock de botines del mercado local. Algunos de los grandes jugadores, como Dass y Bicontinentar, pausaron su trabajo por la falta de insumos debido a las trabas para importarlos. Esa misma ventana fue aprovechada por otras marcas locales, entre ellas Raptor y Kioshi.
A su vez, los precios de las primeras marcas subieron y el emprendimiento de los Aguilar encontró un espacio para crecer en el segmento medio. La línea Hunter de los botines Manguz se vende a $ 50.000 o $ 58.000, según el modelo elegido. En tanto, un botín de Adidas o Nike supera los $ 100.000.
«Ahora tenemos la idea de sacar más modelos, cada tres meses queremos presentar ediciones limitadas de botines personalizados con distintas temáticas y colores», afirma. Otro proyecto de la marca es producir su propia línea de zapatillas de running, botineros, pelotas de fútbol y botines de rugby, aunque para esta última tienen un obstáculo. «Los tapones de aluminio intercambiables no se consiguen en la Argentina, quizá una apertura de importaciones pueda ser una oportunidad para hacerlos».
Por el momento, Manguz solo comercializa sus productos en su tienda online y a través de MercadoLibre. «Este año queremos acomodar al equipo de ventas para hacer alianzas con cadenas y entrar en locales multimarca», apunta Aguilar.
A diferencia de los players de renombre, que se apoyan en las estrellas del fútbol para promocionar sus botines, la firma nacional tiene otra estrategia. «Buscamos ser sponsor de escuelitas de fútbol. Queremos ir a los clubes de barrio y las canchitas de alquiler. Ese es nuestro público».