«Agradezco a Dios haber nacido así»

Fuente: Olé – @sportclubcampodepolo Cuatro años tenía Nicolás Crosta cuando tuvo su primer contacto con el agua. Un matrimonio amigo de Norberto y Rosa, sus padres, daba clases de natación. El pequeño quería seguir los pasos de su hermana. Literal. Le ofrecieron tomar clases con chicos de su edad y no… Él pidió ir con los más grandes para no aburrirse. Así de decidido y perseverante fue siempre este muchacho que nació sin la pierna derecha, que también practicó remo y que hoy, a los 39 años, representante del Club Canottieri Italiani, integra el equipo nacional de paracanotaje. Y, como no podía ser de otra manera, su entrenamiento se completa con SportClub: Campo de Polo es su sede preferida. Conocé esta historia de superación, contada en primera persona, mano a mano con el Suple Olé SportClub.

-La discapacidad es lo más normal para vos, ¿cierto?

-La verdad que sí. Siempre digo eso. Agradezco a Dios haber nacido así, que la pierna no se me haya formado de nacimiento y no por accidente. Para mí nunca fue un impedimento, crecí así y me acostumbré de esa forma. Por supuesto, el resto tiene dos piernas y dos brazos, pero nunca se me presentó “esto no lo puedo hacer”. Si no juego a la pelota, es porque no me gusta el fútbol, no porque no lo pudiera hacer…

-¿Y en lo deportivo, te afecta en algo?

-Para que te des una idea, yo tengo toda la cola y ahí se termina. A mí no se me formó la pierna derecha: no tengo fémur, tibia, peroné, nada… En la vida diaria, uso pierna ortopédica. Pero a entrenar a Campo de Polo o a la pista de remo en Tigre, voy sin la pierna, porque yo el deporte lo hago sin pierna. Hay personas amputadas que tienen un muñón más largo, por encima o por debajo de la rodilla, y entonces la pierna también la usan para competir o para remar, porque los ayuda. En mi caso, en la canoa, yo todo el empuje lo hago con los brazos y la espalda. Y aparte, como en la canoa hawaiana no hay timón, direccionás todo con la remada. En cambio, en remo, el bote no estaba adaptado: empujaba con una sola pierna y yo estaba como en desventaja. Y para competir, necesitaba formar equipo de cuatro remos largos, con dos mujeres, y estábamos todos los interesados diseminados por el país… En la canoa, al ser un deporte individual, no dependo del resto de formar el bote. Y por eso, hace tres años, me pasé de deporte, je.

-Venís de hacer un buen Mundial.

-La verdad que sí. En 2019 ya había ido a un Sudamericano y a un Panamericano, pero fue mi primer Mundial. Viajamos a Hungría con tres botes. Y quedé súper contento con mi rendimiento: llegué a final B, fui 2°, por menos de un segundo de diferencia con el que salió 1°, y quedé 11° del mundo entre 30, en la categoría VL3 200 metros.

-¿Cómo llevaste la pandemia? Lo deportivo y el entrenamiento.

-La pasamos feo en lo familiar, con muchas pérdidas, pero me sirvió bastante trabajar desde casa. Porque cuando se liberó el aislamiento, fuimos uno de los primeros deportes que volvieron, ya en septiembre/octubre. Y estaba listo, porque conseguí que en el edificio me prestaran las pesas del gimnasio, que no se podía usar, y tomaba las clases de SportClub por Zoom. Practicaba en casa y después iba a las clases en las plazas, mismo de SportClub.

-¿Desde hace cuánto tiempo que SportClub complementa tu entrenamiento?

-Dos años o más, antes de la pandemia ya estaba en el gimnasio. Y la verdad que voy todos los días, salvo el domingo, je. A veces no los seis días, porque tengo la chance de ir a la pista de remo en Tigre y uso el gimnasio de ahí, eso los sábados, cuando tengo más tiempo libre. Y en la semana, remo súper temprano, luego al trabajo y voy al gimnasio a la hora del almuerzo o al final del día.

-¿Qué te gusta de Campo de Polo?

-Empecé a ir a Campo de Polo porque fue de los primeros gimnasios de la cadena que se empezó a abrir. Aparte, me sirve porque vivo a poquísimas cuadras. Y me gusta esa sede porque es al aire libre, es más tranquilo. Me gusta que sea abierto. Y al mediodía, con el sol, está buenísimo.

-¿Y cómo es la rutina?

-Siempre hago musculación, con la rutina que me da la Selección como guía, y los profes de la sede me ayudan a adaptar las máquinas o a trasladar mancuernas. ¡Hago de todo! Cuádriceps, isquiotibiales, peso muerto con una sola pierna, uso la barra para sentadillas, el banco de pecho, todo lo que sea para trabajar hombro y espalda…

-Y ahora, ¿qué sigue?

-No quedé para ir a las Juegos Olímpicos pero sigo entrenando a pleno porque en septiembre está el Mundial en Dinamarca, en Copenhague y, si bien hay sponsoreo por parte del Enard, es sólo para los atletas que van a Tokio. Y en noviembre hay un Sudamericano en Uruguay. Y sigo entrenando para poder ir, en SportClub, claro.

“El deporte es lo mejor”

“Estar en el agua, remar, es lo que más me gusta… Pero para llegar a algo se necesita mucho esfuerzo y sacrificio. Y para combinar con el trabajo, son muchas horas… Soy contador, y siempre trabajé en administración. Ahora trabajo para el Gobierno de la Ciudad, en la secretaría de Integración Social, que se ocupa de la organización del Barrio 31”, cuenta Nico.

-¿Qué le dirías a un discapacitado que no se anima, o no conoce que existen estas salidas?

-Mi familia influyó mucho. En especial mi mamá, que me estuvo encima para que me pusiera la pierna ortopédica, cuando yo lloraba. En casa no me dieron un trato especial y hacía las mismas tareas que mi hermana… El mensaje es ese: “Mens sana in corpore sano”. El deporte es salud y hace bien al cuerpo y al alma. Para mí, el deporte es lo mejor, je. Cambia el estado de ánimo, da fuerza… Cansa, sí, pero es otro tipo de cansancio, y genera satisfacción.

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