Fuente: Cronista – La marca fue relanzada recientemente con cinco modelos que compiten en el segmento medio del mercado. Son de producción 100% nacional. Quién es el empresario que recuperó una marca histórica de la Argentina.
Después de 17 años en el banco, la histórica marca de botines de fútbol Fulvence volvió a salir a la cancha. A fines de diciembre de 2024, comenzaron a aparecer las primeras publicaciones en redes sociales, que anunciaban su regreso. La idea de revivir este calzado icónico surgió de Juan Manuel Fernández, un empresario que, tras un año de negociaciones con los hijos de los fundadores de la etiqueta, consiguió la licencia.

Bajo la firma Fajuga, Fernández acordó con la familia Hrycyszyn la licencia por cinco años, con renovación automática, e invirtió u$s 250.000 para desarrollar y fabricar los botines desde cero. La producción se lleva a cabo de manera 100% nacional, y, excepto la matricería, el resto de los insumos son de origen argentino.
En esta nueva etapa, Fulvence lanzó tres modelos diferentes para adultos y dos para niños, cada uno, con diversas alternativas y rangos de precio. Los botines para adultos están disponibles en opciones de materiales sintéticos y cuero, mientras que para niños ofrece dos versiones en materiales sintéticos en variedad de colores. Los valores oscilan entre los $ 40.000 y los $ 65.000.
El empresario destacó que, si bien no compite directamente con las marcas líderes del mercado, se presenta como una opción más accesible en términos de precio. Sus botines tienen un costo un 30% inferior al de otras marcas en la misma categoría.
Los botines se comercializan en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) a través de su marketplace oficial y, en el interior del país, llegan mediante distribuidores directos en casas de deportes. Actualmente, la producción es a baja escala: 3000 pares mensuales. Pero, a partir de marzo, se prevé un aumento del 70%, alcanzando los 5000 pares mensuales.
«Por el momento, no tenemos acuerdos con grandes cadenas. Empezamos de manera muy paulatina para que la ola no nos pase por arriba. Nuestra capacidad instalada es de 6000 pares mensuales y, si todo funciona bien, no descartamos ampliarnos o contratar otra fábrica», expresó Fernández.

Un desafío clave fue reconectar con el público joven, ya que la marca era conocida para gente de no menos de 35 años. Para ello, Fulvence apostó por una estrategia en redes sociales y lanzó una tienda online, lo que tuvo efecto, sobre todo, en quienes recuerdan los años dorados del fútbol argentino.
Fundada en los años ’50 por Esteban Hrycyszyn, un inmigrante polaco, Fulvence se propuso fabricar calzado deportivo de calidad y 100% nacional. La fábrica, ubicada en Sarandí, rápidamente se consolidó como líder en el mercado local, especialmente, en las décadas del ’60 y ’70, cuando futbolistas como Antonio Ubaldo Rattín, símbolo de Boca, y otros cracks de la Selección optaron por sus botines.
Inicialmente, de tres tiras; luego, con una sola, al estilo de Puma, tuvo que migrar su logo hacia las tres V acostadas entre fines de los ’60 e inicios de los ’70, tras la llegada al país, a través de licenciatarios, de esa marca alemana y de Adidas.

Con el tiempo, Fulvence amplió su producción, fabricando también pelotas, guantes y equipamientos de fútbol. Y, por supuesto, su línea infantil, Fulvencito, el primer botín de fútbol de generaciones de argentinos.
Desde sus inicios, Fulvence apostó por la innovación. En una época en que los botines eran de cuero vacuno, con punteras duras, la marca rompió moldes y se destacó por su propuesta de calzado deportivo más cómodo y accesible. Sin embargo, en los ’90, Fulvence perdió terreno frente a las marcas internacionales, que ofrecían productos con tecnología más avanzada y un alcance masivo.
A principios de los 2000, debido a las deudas acumuladas, la familia Hrycyszyn consideró desprenderse de la marca. Aunque no materializó esa decisión, encontró una solución intermedia: cedió la licencia a Industria Pugliese, una proveedora de piezas como suelas y tapones intercambiables a fábricas de calzado. Perteneciente a Francisco Pugliese, dueño de la marca de filtros para aguas PSA, en ese momento, invirtió u$s 1 millón en maquinaria y matrices para su planta de Lanús, donde también producía zapatos para terceros y de su marca propia, Red Horn. Arrancó con gran impulso. Sin embargo, en 2008, la marca fue discontinuada.