Fuente: El Cordillerano – @elcordillerano Karina Irañeta y Jazmín Acerbi comparten esta actividad que les permite disfrutar del hermoso vínculo desde el deporte y la naturaleza. Ambas participaron del programa “El Cordillerano entrena”, por El Cordillerano Radio (93.7), donde Karina también contó cómo la actividad física la acompaña para mejorar su salud.
“Correr con Jazmín es alucinante porque vamos charlando, nos reímos, nos contamos cosas”, expresó Karina, que es profesora de Educación Física y maestra jardinera. “Siempre, pase lo que pase, volvemos felices; chocamos las manos antes de llegar a casa, felices por un entrenamiento más. Es una experiencia hermosa la que estoy viviendo con ella”.
“Es lo que siempre soñé desde que decidí ser mamá. No digo que soñé correr, pero sí compartir con mi hija, porque yo perdí a mi mamá de chica y no tuve la oportunidad de compartir cosas con ella”, contó.
Con un diagnóstico de artritis reumatoide a los 28 años, Karina apostó a sanar y la actividad física fue una valiosa herramienta. “Después de tener a Jazmín tuve una crisis que me dolía desde la nuca hasta los talones, todo el cuerpo”, contó. “Gabriel, que es el papá de Jazmín, me acompañó muchísimo porque me dolían los brazos hasta para tener a la bebé”.
“Lo cuento por si hay mujeres que están pasando por esto”, destacó. “Para que no piensen que va a ser para siempre. Porque si se ponen en la cabeza y en el corazón el objetivo de sanar, se puede”.
“No digo que la enfermedad se sana porque supuestamente es para siempre. Pero yo la tengo en remisión. La podés detener. Siempre trabajando desde las emociones. Yo no lo sabía. Empecé con una homeópata, a trabajar todo lo de la muerte de mi mamá y a sanar el pasado. Y mucho me sirvió trabajar el perdón”, destacó.
“En ese momento yo tenía 31 años y la homeópata me dijo, ‘en diez años, estás en silla de ruedas’”, señaló. “Tengo 47, corro, esquío, trabajo doble turno en jardín, juego en el piso con mis alumnos”. Y reflexionó: “hay que tomar las cosas y de ahí ver para dónde querés ir”.
Con la decisión de salir adelante, se volcó, primero, a la danza, y después descubrió la pasión del running. “Empecé a salir adelante. Intenté correr pero me frustré. Lo que sí hice fue bailar. Bailé seis años y me hizo recontra bien”, recordó. “Y en el 2014, empecé a salir a caminar y caminaba mucho. Un día dije voy a probar caminar y trotar un poquito. Y un día troté todo, y no caminé nada, y ese día dije, ‘no camino más’”.
Más tarde pudo compartirlo con Jazmín, su hija mayor. “Llueve, hace frío, nos abrigamos, nada nos detiene. Está lloviendo y salimos igual. Nos sacamos fotos, nos divertimos. Ella me lleva a algo que capaz entre los adultos no pasa. Un lugar tan divertido y de alegría”.
“Tengas la enfermedad que tengas, no te dejes caer”, animó. “La actividad física te salva”.