Fuente: InfoNegocios – @vidpia “En los ‘90 nos encontramos con muchas personas que tenían terrenos disponibles, y que decidieron invertir en canchas de padel por su bajo costo de mantenimiento. Era barato, y daba mejor renta que tener un remis o un taxi. Por eso las canchas nacen como negocio, no de la competencia deportiva. Eso hizo que cuando subieron los precios de los inmuebles, la mayoría decidiera cerrar o vender, y casi todas las canchas fueron reemplazadas por edificios de departamentos”.
Así resume Esteban Biasi, presidente de la Federación de Padel de la Provincia de Córdoba, algo que hoy parece ser historia antigua. Sin embargo, a más de 20 años del final de ese proceso, el deporte parece estar atravesando un nuevo -e inesperado- “boom”.
“Todas las canchas están con turnos agotados, y nuestros profesores no dan abasto”, afirma Biasi, quien atribuye parte de este fenómeno a la situación sanitaria: “Fuimos una de las primeras actividades deportivas en habilitarse, y desde entonces la demanda no para de crecer. Nos ayuda que el deporte se juega entre pocos participantes, al aire libre, y que se pueden respetar las medidas de distanciamiento”.
Según el presidente de la Federación este cambio se reproduce en todo el territorio argentino. Sin embargo, reconoce que su organización tiene problemas para saber cuál ha sido el crecimiento real de la actividad.
“Sabemos que socialmente está explotado, y vemos que hay cada vez más canchas en la provincia”, dice Biasi, y agrega: “pero las competencias están completamente paradas por los protocolos. Por eso no pudimos contabilizar el número de asociados del año pasado, que es nuestro principal indicador”.
El vidrio: otro gran impulsor
Aunque el fenómeno desatado por el coronavirus dio el puntapié final, según Biasi la nueva popularización del padel empezó a gestarse antes, a partir de dos grandes cambios en los materiales con los que se construyen las canchas.
El primero (y más importante) es el vidrio, que reemplazó a las tradicionales paredes de ladrillo hueco. Esto permite una mejor “televisación” del deporte, que de la mano de programas de streaming como World Padel Tour (en YouTube), fomentan el consumo como espectador de la actividad.
Además, al tratarse de elementos “desmontables”, los inversores no necesitan contar con un terreno propio para su instalación. Pueden alquilar el espacio, y trasladar o “liquidar” los bienes, si lo consideran necesario.
Eso se complementa con la introducción del césped sintético como piso para las canchas, material que también cuenta con esa característica.
Un “peso pesado”
En Córdoba, gran parte de la producción de estos cristales ya es ocupada por Vidrios Piazze, un histórico del sector.
Según cuenta Lorena Piazze, directora comercial de la firma, ingresaron a este nicho hace ya más de 4 años, cuando colaboraron con las primeras canchas en utilizar este material en el país, las del “Lawn Tennis”, ubicadas Buenos Aires.
Desde entonces, Vidrios Piazze ha vendido cristales para aproximadamente 200 canchas en todo el país. Según indican desde la empresa, cerca de la mitad de ese total fueron instaladas en la provincia de Córdoba.
Los precios de los vidrios necesarios para levantar una cancha arrancan en cerca de $ 500.000, y varían según el grosor deseado (pueden ser de 10 mm o 12 mm), si se levantan con o sin perforaciones, y dependiendo del tamaño de los paños usados (pueden ser de 1×3 o 2×3 mts).
¿Llegaron para quedarse?
¿Cabe entonces esperar una profundización de esta tendencia? ¿O puede tratarse, una vez más, de una “burbuja”?
Desde la Federación son optimistas. Según ellos, se trata de un crecimiento a nivel mundial; el anuncio de su reciente incorporación a la lista de deportes para las olimpiadas de 2023 es el mejor ejemplo de esto.
Aunque un contexto tan cambiante como el actual hace difícil cualquier predicción, una cosa sí es segura: al igual que cualquier deporte, el mundo de los negocios siempre da revancha (resta ver si el padel podrá aprovechar esta).