Fuente: CMD Sport – Con una experiencia de más de 38 años trabajando como entrenador deportivo en gimnasios y una vida dedicada a la actividad física, José Luis Iturrieta ha hecho realidad un sueño: abrir su propio gimnasio , un pequeño centro físico deportivo con clases “a la carta” y donde atiende de manera muy personal a sus alumnos, «según lo que necesita cada persona».
Fue durante el confinamiento cuando José Luis fue elaborando la idea de poner en marcha un pequeño centro deportivo para dar respuesta a las necesidades reales que surgían entre los alumnos en plena pandemia (por ejemplo, miedo al contagio en clases con mucha gente usando el mismo material).
Entre los objetivos, José Luis lo tenía muy claro: alejarse de las masificaciones que en general existen en los gimnasios más grandes, con clases de 30 personas haciendo todas los mismos ejercicios sin tener en cuenta ni el estado físico de cada alumno, ni la existencia de posibles lesiones o dolores. Y dirigidos por entrenadores que, en muchos casos, «están sobrepasados por una carga de trabajo excesiva que no les permite ofrecer una atención más individualiza, y el trabajo se devalúa».
Dicho y hecho. Junto a su mujer se ha embarcado en esta nueva aventura profesional con mucha ilusión y un gran esfuerzo, donde la interactuación con cada alumno es la esencia.
Al entrar en el gimnasio, lo primero que se percibe es la organización y la profesionalidad que se respira en todo momento.
Una pizarra recibe al alumno al llegar, donde con un único vistazo ya puede imaginarse qué clase le espera durante la siguiente hora. «Dependiendo de la actividad que toque y según las necesidades de los alumnos que acudan ese día, dejo escritos en la pizarra los ejercicios y las dinámicas que vamos a realizar durante esa hora de entrenamiento», explica José Luis.
Alejarse de las masificaciones
La funcionalidad y el aprovechamiento de las clases al máximo son dos premisas con las que trabajan los alumnos que se apuntan a este centro, que son de todas las edades y estados físicos. ¿Y cómo se consigue?
Por un lado, con grupos muy pequeños que nunca superan los seis o siete alumnos. De este modo, José Luis, que es el único monitor que imparte las clases de lunes a viernes, conoce perfectamente a la gente que participa y puede elaborar un plan específico según sus necesidades.
El centro, con dos alturas, está completamente equipado para que los alumnos realicen los ejercicios y aprovechen al máximo los 60 minutos de cada sesión.
Cada alumno decide
Por otro lado, José Luis ha puesto en marcha una APP para que cada alumno pueda elegir cada día o cada semana a qué clases va a acudir. «De este modo, yo sé en todo momento quiénes son los alumnos que tendré en cada clase, y según esa lista, preparo los entrenamientos», indica el responsable del gimnasio .
Es una manera realmente eficaz para que todos aprovechen cada sesión, logrando un mejor servicio y una mayor rentabilidad. Por ejemplo, si la hora a la que un alumno se había apuntado para hacer condición física no le viene bien, no hay problema. A través de la aplicación el propio alumno puede cambiar la cita de esa clase a otra hora que le venga mejor, como si de un gimnasio “a la carta” se tratara.
Para José Luis lo importante es que cada alumno alcance sus objetivos, con un entrenamiento funcional para estar bien físicamente, rebajar las dolencias que existan y poder aplicarlo luego a todos los niveles en la vida, como puede ser aprender el cuidado de la espalda, la respiración, las cargas, y un largo etcétera.